El enfermo terminal
La familia en la cual alguno de sus miembros padece una enfermedad
terminal, entra en un proceso de cambios inesperados y abrumadores.
Primero, el alto impacto psicológico por la proximidad de la muerte de
un ser querido con un proceso de duelo especial, que se inicia cuando aún la
persona está viva.
Luego, la demanda de atención y el nivel de dedicación continúan que
requiere dependiendo del tipo de enfermedad y de la etapa en la que la persona
se encuentre, en general, son muy altos y difíciles de compatibilizar con las
ocupaciones laborales y sociales.
Más aún, el abordaje del aspecto emocional y psicológico del enfermo
terminal, al que hay que estar muy atentos porque en gran parte de él depende
su estado general, y su mayor o menor deterioro; como así también su
autosuficiencia.
Escuchar y apoyar al paciente grave es la función primordial de la
familia. Éste necesita de la misma para sostenerse emocionalmente ante las
grandes pérdidas a la que se enfrenta. Primero, la de su salud y, luego, la de
la vida misma, que se le va de las manos. En el caso de que no sepa de la
situación crítica de su enfermedad y del desenlace fatal de la misma porque no
se le haya comunicado expresamente, el que padece la enfermedad suele intuir lo
que está pasando; y el fantasma de la muerte de una u otra manera lo
amenaza día a día, con el consecuente estado de angustia que provoca esta
circunstancia. Por ello, es fundamental, que la familia lo comprenda y se
prepare para abordar la situación.
Muchas veces la familia por sí misma no es capaz de soportar el enorme
impacto y necesita solicitar ayuda a otras personas; entre ellas puede contar
con el resto de los familiares y amigos, pero fundamentalmente debe considerar
la prestación de servicios especiales en la sociedad. Además del equipo médico
y sanitario con el que se atiende el paciente, es un buen aliciente recurrir a
asociaciones de familiares de enfermos con características similares. Allí se
comparten experiencias y sentimientos con otras personas que atraviesan por
situaciones similares; y, generalmente, cuentan además con grupos de autoayuda
y asistencia psicológica.
El enfermo terminal, está particularmente sensibilizado y por ello hay
que saber cómo tratarlo con la mayor delicadeza y suavidad, así como con mucha
ternura y amor. Saber utilizar las palabras correctas y, aunque podrán vivir
momentos de tensión, nerviosismo, y discusiones con él, hay que recordar que
siempre debemos cuidar los términos con que nos dirigimos a él, ya que al estar
hipersensibilizado cualquier expresión fuerte o fuera de lugar puede causar
graves consecuencias emocionales al mismo.
Actualmente, los llamados cuidados paliativos, cuyo objetivo es evitar
el sufrimiento del paciente, no sólo apuntan a disminuir el dolor físico que
sufre el enfermo, controlando los síntomas, sino también a aliviar el
sufrimiento interior, con apoyo emocional, aumentando la calidad de vida del
mismo y la de sus familiares.
Todo el equipo sanitario está comprometido en la administración de los
cuidados paliativos, pero la familia es la pieza clave del proceso terapéutico;
por ser el grupo de pertenencia y contención del enfermo y tener con él los
vínculos afectivos más intensos, que son los que permitirán un acercamiento más
profundo y de calidad hacia el mismo.
Los cuidados domiciliarios de un enfermo terminal requieren que la
familia esté preparada para proporcionarlos; es decir, que cuenten con la
capacidad y el tiempo necesarios para dedicarse a los mismos. Esta es también
una gran responsabilidad para los familiares, una tarea muy dura y que muchas
veces implica sacrificios importantes para ellos, tanto a nivel laboral, como
social.
De todas maneras, no debemos olvidar que
todos los esfuerzos que debe realizar una familia por el enfermo terminal, no
sólo aportará mayor bienestar al mismo y le asegurará morir con dignidad
rodeado de amor; sino que la familia misma crecerá, tanto a nivel de cada
miembro en forma particular, y también como grupo familiar en sí mismo, después
de atravesar con valentía y fortaleza esta dura experiencia de vida.
Decálogo de consejos:
A continuación algunos
consejos para los familiares de enfermos terminales que pueden colaborar a
hacer más soportable esta fase final de la vida de un enfermo:
1.- Informarse con distintas fuentes
(profesionales de la salud, asociaciones de familiares, libros, artículos de
revistas especializadas) sobre las particularidades de la enfermedad. Esto
facilitará comprender al enfermo en cuanto a lo que esta padeciendo, y calmar
la ansiedad que provoca la incertidumbre y lo desconocido.
2.- Pensar en establecer una adecuada
armonía entre lo que el enfermo requiere para su cuidado y las necesidades de
los demás miembros de la familia. Es decir, que no hay que descuidar al grupo
familiar como tal, ya que es habitual que suceda dada la alta demanda de tiempo
y esfuerzo, tanto físico como psicológico, que requiere un enfermo terminal.
3.- Reclamar todo el apoyo posible al
equipo médico del hospital; al servicio de salud en general, y a la comunidad,
como un derecho del paciente enfermo a recibir todo los recursos públicos
disponibles.
4.- Considerar la situación que está
atravesando la familia, y evaluar la necesidad de requerir un apoyo de
Psicología para sobrellevarla más saludablemente.
5.- Hablar en familia, abiertamente de
los sentimientos y conflictos internos de cada uno de los miembros, en relación
a la problemática generada por la enfermedad
6.- Acordar con el enfermo las
condiciones para su cuidados y asistencia, para que este conforme con las
mismas y no se sienta agobiado.
7.- Escuchar al doliente, dejándole
expresar, sin restricciones, todo lo que siente con respecto a su padecimiento.
Ser muy pacientes, comprensivos y afectuosos con él.
8.- Cada miembro de la familia dentro
de sus posibilidades, debe tratar de aportar al paciente un entorno positivo lo
cual contribuirá favorablemente al tratamiento del enfermo.
9.- Estimular al paciente a que, dentro
de sus posibilidades físicas, siga realizando actividades laborales,
recreativas, sociales, de la vida cotidiana lo más cercano posible a como lo
hacía hasta enfermar; o en su defecto, buscando nuevas actividades motivadoras;
incluso dentro del hogar, si no pudiera trasladarse.
10.- Estar preparados para apoyar
emocionalmente al paciente en los diferentes momentos de negación, depresión,
sentimientos de culpa, ansiedad, por los que atravesará desde que recibe la
noticia de su enfermedad. Tomar la valentía necesaria para abordar el tema de
la muerte, cuando el paciente lo mencione, seriamente y con dignidad, en vez de
evitar hablar de ella.



La de 1562 de 2012 que en su artículo 3 define el accidente de trabajo de la siguiente de una forma bastante clara que no deja mayor duda:
ResponderEliminar«Es accidente de trabajo todo suceso repentino que sobrevenga por causa o con ocasión del trabajo, y que produzca en el trabajador una lesión orgánica, una perturbación funcional o psiquiátrica, una invalidez o la muerte.
Es también accidente de trabajo aquel que se produce durante la ejecución de órdenes del empleador, o contratante durante la ejecución de una labor bajo su autoridad, aún fuera del lugar y horas de trabajo.
Igualmente se considera accidente de trabajo el que se produzca durante el traslado de los trabajadores o contratistas desde su residencia a los lugares de trabajo o viceversa, cuando el transporte lo suministre el empleador.
También se considerará como accidente de trabajo el ocurrido durante el ejercicio de la función sindical aunque el trabajador se encuentre en permiso sindical siempre que el accidente se produzca en cumplimiento de dicha función.
De igual forma se considera accidente de trabajo el que se produzca por la ejecución de actividades recreativas, deportivas o culturales, cuando se actúe por cuenta o en representación del empleador o de la empresa usuaria cuando se trate de trabajadores de empresas de servicios temporales que se encuentren en misión.»